sábado, 13 de junio de 2020

Hysterica







  
    Esto no es una oda al feminismo. 

    Es más bien un intento de reconciliación con mi sexo después de años de lucha. 

    Femenino singular que dirige mi vida a su antojo desde que me baño en hormonas, impregnando mi forma de relacionarme, mi estado de ánimo y la manera de enfrentarme al mundo. 

    Sexo débil que se llena de energía cuando en el aire se respiran estrógenos, esos que me hacen subir a unos tacones y pisar fuerte, que me ayudan a ponerme al mundo por montera y sentirme todopoderosa, esos que dan rienda a suelta a mi razón y me dejan ver la realidad tal y como es. 

    Sexo fuerte que se sumerge en progesterona y se ensancha de arriba abajo, que me revuelve y dispara mis sentimientos, que me distrae y me aturde, me entristece y me enfada, me irrita y me envuelve en un caos. 

    Y cuando el temporal se calma, emerge él, triunfante como una roca cuando baja la marea. Mi útero. Útero que se retuerce y me retuerce con él. Útero que llora, y lloro con él. Útero que se contrae hasta exprimir mi última gota y derrite mi cuerpo hasta que se desploma agotado tras la lucha. Y duermo y descanso. 

    Todo pasará. 

    Volveré a abrir la ventana de par en par y me dará brisa en la cara. Y volveré a empezar. 

    Y mientras la vida sigue ahí fuera sin importarle cómo me siento. Y a veces llego a todo. Y a veces no. 

    Cíclica y caótica, enérgica y dispersa, racional y lábil, risueña y llorona,... inevitablemente mujer. 

    Histérica y mujer.