sábado, 28 de noviembre de 2020

Eslabones rotos

                        

     


            Primer plano de padre con su hija de la mano, tan dulce, ti familia Foto gratis



    La violencia siempre se ejerce sobre el más débil. 

    Hasta hace poco se consideraba normal agredir físicamente a un niño. 
    Hoy creemos que es lícito insultar y castigar a un niño con la finalidad de que nos obedezca. 
    Pensamos que podemos engañarlos o chantajearlos emocionalmente para hacerlos sentir culpables si no hacen lo que que queremos. Hay miles de formas de abusar de nuestro poder. 

    Los niños no son objeto de manifestaciones multitudinarias de color morado. No son moneda de cambio político. Sólo nos tienen a nosotros. 
     Su corazón es tan noble que sólo entenderán el daño causado cuando crezcan. Vivirán pensando que se merecían lo que les pasó. Un día se mirarán a un espejo y verán a un adulto con el alma remendada. Algunos ni siquiera se atreverán a indagar y seguirán haciendo el mismo daño que les hicieron.  

    Seamos el eslabón roto. 
    Creemos una sociedad de niños con el corazón sano. 
    Dejemos de hacer a los niños lo que nunca haríamos a un adulto. 
    Su "desobediencia" atiende a su instinto más primario, que los adultos ¿tenemos? que apagar para conseguir que encajen en esta sociedad. Utilicemos la comprensión y el respeto.

    Será díficil. Primero tenemos que desprogramar lo aprendido y empezar después a educar desde la intuición. Y cuando estemos perdidos y no sepamos cómo actuar, sólo tenemos que preguntar al niño que fuimos. Él nos sabrá guiar. 

domingo, 20 de septiembre de 2020

Querida yo


   

    Hoy me acerco a tí para darte un abrazo inmenso que sé que necesitas. Me acerco para acunarte un rato.

    Naciste al revés y eso parecía presagiar que lo previamente establecido no estaba hecho para tí. No obstante te esforzarás por cumplir las normas, serás una niña obediente y responsable, intentarás agradar a todo el que te rodea, harás bien los deberes, ayudarás al prójimo, harás tu cama, harás los ejercicios para la cadera, sonreirás siempre, serás educada, intentarás andar derecha, como si nada doliera, como si no existieras. 

    Algún día habrás estudiado tanto que terminarás la carrera de medicina y serás internista. Tardarás años en darte cuenta de que quizás tu sueño no era ser médico. Andarás nuevos caminos. Y no te arrepentirás de nada porque todo era necesario.

    Tu cadera se romperá del todo y tendrán que ponerte una de titanio y porcelana. Y se multiplicarán tus cicatrices pero ya no habrá dolor. De nuevo tendrás que centrarte en recuperarte y saldrás más fuerte. Perderás conocidos y te quedarás sólo con los que te quieren, con los que tú quieres.

    Te acaricio el pelo mientras te cuento. 

    Llorarás mucho. Te hundirás en la cama llorando durante meses. Y el mar te ayudará a limpiar. Y volverás a caminar junto a él sin derrumbarte. Aprenderás a curarte. 

    Te refugiarás en la pintura y en la escritura, donde realmente podrás hacer y decir lo que quieras. Leerás mucho, hacia fuera, pero un día aprenderás a leer adentro. Y entenderás que sólo debes respeto a tu propia persona. Y verás la luz. 

    Te enamorarás mil veces. Te romperán el corazón en mil sólo una. Volverás a sonreír y a pisar fuerte. 

    Y tu cuerpo cambiará y dará dos frutos. Y esos milagros te revolverán la vida. Derribarán tus creencias. Desordenarán tu casa y tu alma y eso te dejará sin paz. Y de nuevo la buscarás fuera pero la encontrarás dentro. 

    Échate sobre mi hombro. La valentía será el volante de tu vida porque siempre tendrás miedos y no te quedará otra que disfrutar de la vida a pesar de ellos. 

    Y llorarás mucho. Y reirás más. Y seguirás intentando ser útil a todos pero sin vaciarte por dentro. 

    Te abrazo fuerte, pequeña. Me tienes a mí. Me verás en el espejo cada mañana. Con más arrugas y menos energía pero con la misma mirada. 

    No estás sola.

    Siempre te estaré abrazando. 

    Hasta el final. 

sábado, 11 de julio de 2020

Luz






No sabría decir cuándo empezó todo, si es que hubo un comienzo.
No sé dónde encontré el hilo que me hizo tirar y sanar por dentro. 

Sólo sé que dolió primero, y después busqué respuestas. 
Busqué en personas y en objetos. Busqué fuera y busqué lejos. 
Y a penas sin darme cuenta se alinearon los planetas. 
Y aprendí a interpretar mis señales y a mirarme en el espejo, 
a exponer mis gustos y mis decisiones, a cerrar puertas.
Aprendí a perdonarme.
Que entre querer y amar hay 7 letras (respeto).
Aprendí lo que me hace daño para alejarme.

Aprendí a cerrar los ojos, a escuchar mi respiración y mis latidos.
Y hoy sé que no es lo que veo sino cómo miro. 
Que no importa cómo otros me ven sino cómo me he sentido. 

Y ¿sabes qué? A veces también me pierdo. Y de eso, también aprendo. 
Y haber estado perdida me ayuda a valorar mi encuentro. 
Y a veces pido ayuda. 
Y otras soy yo la que ayudo, o al menos, lo intento. 
Y así, a veces náufrago y otras faro, también sigo aprendiendo. 

Y no sé dónde llegaré pero seguro que es bueno,
porque nunca antes sentí la paz que ahora estoy sintiendo.
Y esto debe ser encontrarse, o al menos, .... empezar a hacerlo. 

sábado, 13 de junio de 2020

Hysterica







  
    Esto no es una oda al feminismo. 

    Es más bien un intento de reconciliación con mi sexo después de años de lucha. 

    Femenino singular que dirige mi vida a su antojo desde que me baño en hormonas, impregnando mi forma de relacionarme, mi estado de ánimo y la manera de enfrentarme al mundo. 

    Sexo débil que se llena de energía cuando en el aire se respiran estrógenos, esos que me hacen subir a unos tacones y pisar fuerte, que me ayudan a ponerme al mundo por montera y sentirme todopoderosa, esos que dan rienda a suelta a mi razón y me dejan ver la realidad tal y como es. 

    Sexo fuerte que se sumerge en progesterona y se ensancha de arriba abajo, que me revuelve y dispara mis sentimientos, que me distrae y me aturde, me entristece y me enfada, me irrita y me envuelve en un caos. 

    Y cuando el temporal se calma, emerge él, triunfante como una roca cuando baja la marea. Mi útero. Útero que se retuerce y me retuerce con él. Útero que llora, y lloro con él. Útero que se contrae hasta exprimir mi última gota y derrite mi cuerpo hasta que se desploma agotado tras la lucha. Y duermo y descanso. 

    Todo pasará. 

    Volveré a abrir la ventana de par en par y me dará brisa en la cara. Y volveré a empezar. 

    Y mientras la vida sigue ahí fuera sin importarle cómo me siento. Y a veces llego a todo. Y a veces no. 

    Cíclica y caótica, enérgica y dispersa, racional y lábil, risueña y llorona,... inevitablemente mujer. 

    Histérica y mujer.