Hasta hace poco se consideraba normal agredir físicamente a un niño.
Hoy creemos que es lícito insultar y castigar a un niño con la finalidad de que nos obedezca.
Pensamos que podemos engañarlos o chantajearlos emocionalmente para hacerlos sentir culpables si no hacen lo que que queremos. Hay miles de formas de abusar de nuestro poder.
Los niños no son objeto de manifestaciones multitudinarias de color morado. No son moneda de cambio político. Sólo nos tienen a nosotros.
Su corazón es tan noble que sólo entenderán el daño causado cuando crezcan. Vivirán pensando que se merecían lo que les pasó. Un día se mirarán a un espejo y verán a un adulto con el alma remendada. Algunos ni siquiera se atreverán a indagar y seguirán haciendo el mismo daño que les hicieron.
Creemos una sociedad de niños con el corazón sano.
Dejemos de hacer a los niños lo que nunca haríamos a un adulto.
Su "desobediencia" atiende a su instinto más primario, que los adultos ¿tenemos? que apagar para conseguir que encajen en esta sociedad. Utilicemos la comprensión y el respeto.
Será díficil. Primero tenemos que desprogramar lo aprendido y empezar después a educar desde la intuición. Y cuando estemos perdidos y no sepamos cómo actuar, sólo tenemos que preguntar al niño que fuimos. Él nos sabrá guiar.
Me encanta, estoy totalmente contigo. Es una reflexión preciosa que hago todos los días.
ResponderEliminarUn besazo
Gracias
EliminarUn abrazo
Amén
ResponderEliminar