viernes, 23 de mayo de 2014

Vidas entrelazadas


    Desconozco si hay almas sin cuerpo viviendo entre nosotros, me encantaría pensar que sí.
Pero lo que sí sé es estamos rodeados de cuerpos sin alma, sin esencia.
    Mercedes es uno de ellos. Sobrepasa los 80 años y hace tiempo que no recuerda el nombre de sus hijos. Su vida se limita a estar por casa, salir acompañada y requiere la constante vigilancia de su familia. Todos la recuerdan por lo que fue. Hace años que ya no está tras esos ojos de color miel.
    Llevaba unos días dormida. En mi mano estaba cambiar sueros, hacer análisis, ponerle más oxígeno y alimentación o lo que sería más lógico, dejarla morir tranquila.
    He hecho lo primero.
Ha despertado. Y ha sonreído a los suyos.
No lo he hecho por ella. Lo he hecho por él.
Su marido lleva días pegado a su cama agarrado de su mano.
La besa sin parar suplicándole a su dios que no se la lleve todavía.
    Hoy estoy contenta.
    Tengo la sensación de haber salvado dos vidas.
   
Monumento de Gustav Vigeland en Oslo

5 comentarios:

  1. Verdad verdadera. Él no puede vivir sin ella. La necesita de tal manera que se niega a dejarla marchar; y es aquí donde el egoísmo se adelanta un paso al amor. La "quiere tanto" que la "no vida de ella" insufla fuerza vital a la suya...pero... merece la pena? Tiene esto cabida dentro del amor desinteresado y universal?. Yo...yo te quiero tanto que respetaré a tu cuerpo y cuando llegue el momento... te dejaré marchar.

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    1. Todos somos un poco egoístas. A todos nos encanta rodearnos de lo que amamos y luchamos por ello. Para él su vida sin ella carece de sentido. Es feliz así y ella... no se da cuenta. Él no recibe nada a cambio, "tan sólo" una razón para seguir viviendo.

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    2. Azrael... el arcángel de la muerte...
      A mi modo de ver las dos son posturas respetables; es dificil encontrar el término medio.

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  2. Recordarles por lo que fueron. Así lleva ya cinco años mi abuelo. Ella, que estaba mejor, se fue antes. Estoy convencida de que no hubiera podido soportar el dolor de no tener a su esposo. Un beso, gracias por el post.

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    1. El caso de los míos fue similar al que cuento. A ella la dejamos ir cuando llegó el momento. Él no soportó la falta. La cuidó como pudo, al límite de sus posibilidades hasta el final de sus días. Sus más de noventa años se apagaron dos semanas después.

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