Y es que tener los pies suaves es un estado del alma.
Que ¿cómo lo hago?
Tengo un secreto:
Cuando se apaga el día y el pequeño salvaje morfea, se esfuma mi energía y me derrito en el sofá. Entonces emerge él. Recoge la casa, apaga las luces, cierra la puerta con llave, me lleva a la cama... se pone una almendra de crema en las manos y me la extiende en los pies. Después se acuesta a mi vera y me abraza dándome las buenas noches.
Tengo los pies suaves.
Y el alma feliz.
Al guapo que vive conmigo.
Gracias.
Que lindo poema, Ana!
ResponderEliminarNilseu
Gracias Nilseu!
EliminarUn saludo.
Segunda referencia a tus pies (La primera en Bienvenidos)...necesitas "volar" por una nueva etiqueta:"Mis pies son...yo misma", por poner un ejemplo.
ResponderEliminarSaludos.
Es que he vuelto de vacaciones...
Jejeje, Arturo, no era consciente de eso, estudiaré la propuesta. Un placer encontrarte por aquí, maestro.
EliminarGracias Emilia. No encontré tus sitios webs.
ResponderEliminarEn todo caso, bienvenida.