lunes, 3 de febrero de 2014

Vientres divididos




    Hay decisiones que bajo ningún concepto deberíamos convertir en un debate político. La vida de un ser humano no es moneda de cambio. El derecho de una mujer a recibir una asistencia sanitaria digna tampoco. No es cuestión de votos ni de medallas. No influyen la religión ni los ideales. No tienen lugar pechos desnudos ni crucifijos.
 
    Que nadie se vuelva a rasgar las vestiduras. Por favor.

    Lo único que a mi corta entendedera le importa es saber a partir de qué dichoso momento de nuestro origen empezamos a existir como personas. Punto de partida científico (y a unas malas filosófico) de nuestro indudable derecho a la vida. Ni antes,... ni después.

    Cuando lleguemos a esa conclusión habremos encontrado, al fin, la paz moral que este dichoso tema nos está robando a todos.
 
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2 comentarios:

  1. El asunto es, a mi modo de ver, una cuestión anti-religiosa (anti-cristiana, más concretamente). ¿Porqué el debate gira alrededor del imperativo "aborto sí - aborto no" y no sobre la educación en poner los medios necesarios para evitar un embarazo que no se desea? Si se pusiese el acento en evitar una fecundación no deseada no habría que plantearse abortar ó no. Pero es necesario exigir abortar, no por la libertad de elegir que enarbola la mujer, sino por el deseo de hacer daño a ciertos sectores de la sociedad.
    ¿Qué pintan los hombres en estas manifestaciones? ¿y las postmenopausicas?
    ¿Porqué no se plantea nadie evitar el embarazo?

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  2. De acuerdo contigo Arturo. Es lo que pasa cuando se politiza todo: que todo está manchado, no es puro, se diluye.

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